Cada vez que se habla de intervalos musicales en clase siempre me gusta dejar claro que no son teoría estrictamente. Los incluyo dentro de la sección herramientas.
Es cierto que su comprensión implica cierto manejo racional de la música y que se necesita abstraerse de la manera habitual de entender la música como «canciones»; pero tienen una función más práctica:
Son ladrillos.
¿Cosas aburridas?
Eso depende de si eres capaz de visionar tu futuro como un guitarrista que sabe lo que hace… o no.
A ver.
Son el material con el que vamos a construir la música.
Cuando nos proponemos construir algo se necesita usar la teoría —el conocimiento necesario— que nos permitirá llevar a cabo la finalización exitosa de la obra.
Si necesitas refrescar el conocimiento necesario para este tema, puedes consultar este otro artículo: intervalos de tono.
Pero, los ladrillos son el material, repito, no el paraqué o el cómo.
En esta ocasión voy utilizar esta herramienta sin añadir ese conocimiento teórico, que nos haría falta para diseñar nuestra construcción.
Voy a improvisar.
Lo voy a hacer jugando con las piezas: los ladrillos (intervalos musicales), como si fueran parte de un rompecabezas libre, en el que no sabemos todavía cuál es el modelo que tenemos que montar.
Nos dejaremos llevar por la intuición creativa. 😉
Intervalos musicales en las digitaciones de la escala mayor
Empecemos por el principio.
Así se organizan los intervalos de la escala natural mayor en su digitación básica cerrada, desde las cuerdas 6ª, 5ª y 4ª:
*La «T», significa Tónica: función que ejerce el primer grado de la escala, pero, se puede llamar 1ª.
Asignamos una nota a la T: por ejemplo la nota D del 5º traste de la cuerda 5ª.
Después, simplemente, vamos a elegir números al azar, y vamos a tocar y escuchar las notas que correspondan a cada número…
Los podemos tocar uno detrás de otro —melódicamente—, y también como si fueran acordes, tocando los sonidos simultáneamente.
En este proceso entra en juego el gusto personal.
Vamos guardando las combinaciones que nos gusten, sin preocuparnos de qué acorde sería cada una de ellas o de la función armónica que representan, etc.
Simplemente tenemos que, una vez elegidas algunas combinaciones bonitas a nuestro parecer, organizar una especie de «rueda de acordes» o de líneas melódicas, para construir nuestro pasaje musical.
Para que lo comprendas y asimiles más detalladamente, lo mejor es que veas el vídeo de abajo.
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