Conocerse para tocar mejor la guitarra

Está demostrado que las personas necesitamos riesgos, retos, desafíos o problemas que solucionar. ¿Qué te parece el reto de conocerse para tocar mejor la guitarra?

En un podcast que he estado escuchando comentaban que muchos problemas de ansiedad provienen del aburrimiento, en un sentido especial:

El cerebro humano tiene como principal labor sobrevivir a las dificultades. En sociedades como la nuestra, en la que vivimos con mucha más comodidad y seguridad, los grandes desafíos no son suficientemente importantes: vivimos rutinas estructuradas que nos permiten llevar una buena vida.

Esto es la causa (estoy hablando en general) por la que nos falta emoción.

Por eso, es tan importante plantearse retos y pruebas para que el cerebro se ponga en marcha e intente resolver los desafíos que vayan surgiendo.

Esto nos procura una sensación de felicidad que tiene que ver con la confianza en uno mismo. Con la verificación de que somos capaces de salir airosos ante los problemas.

Así que, cuantos más retos nos regalemos para salir de la zona de «alcanfor» (como digo yo), mejor nos vamos a sentir con nosotros mismos y, por tanto, mejor estarán las personas de nuestro entorno más cercano.

Dicho lo cual, no estaría nada mal que te plantees un reto de vez en cuando, o que lo aceptes si te lo proponen…

El reto de conocerse para tocar mejor la guitarra

Este tipo de asuntos que aparentemente no tienen nada que ver con tocar la guitarra, paradójicamente, son los que más me han ayudado a disfrutar tocando.

Como imaginas, todo este proceso no tiene nada que ver con tu nivel, o con ser profesional o aficionado. Es un mecanismo que es posible poner en marcha a cualquier edad y en cualquier momento.

Desde hace unos años —no muchos pero sí intensamente— la guitarra y la música están, en lo referente al aprendizaje y la dedicación que les brindo, en un (importante) segundo plano.

Lo que me mantiene más enfrascado es el conocimiento de mí mismo: lo que soy y no soy esencialmente; y lo que podré o no llegar a ser por medio de mis actos.

¿Quién eres?

Es muy probable que esta pregunta te remueva por dentro. Quizá porque piensas: «¡Qué demonios tiene que ver conocerse con tocar la guitarra!»

Por otro lado, aunque veas la conexión, puede ser que consideres que eso de conocerse es un trabajo doloroso que implica escarbar en ciertas emociones, y prefieres no tratar estos temas.

Bueno, no te preocupes, simplemente se trata de ser coherente. Aunque, muy a menudo necesitaremos unas buenas dosis de dedicación y paciencia.

Me he topado con alumnos que tienen una idea de sus capacidades —tanto para bien como para mal— que nada tiene que ver con la realidad. Por eso, lo que experimentan continuamente es ansiedad y frustración.

Si no te reconoces. Si no asumes cuáles son tus debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades (el conocido DAFO); es muy probable que las metas que te marques sean inalcanzables o poco realistas.

Para mejorar es imprescindible tomar las decisiones adecuadas, y para esto debes ser coherente con lo que eres, con lo que deseas y con lo que necesitas.

Si te engañas, lo más fácil es que no consigas lo que te propones.

Te lo digo por experiencia: por creerme cosas sobre mí que no eran ciertas —repito, tanto para bien como para mal—, he perdido un tiempo precioso en intentar conseguir supuestos objetivos que no eran para mí.

Jamás seré un guitarrista de jazz: no tenía (ni tengo) las condiciones apropiadas y, además, en el fondo nunca quise serlo 😬

Yo soy un roquero con estudios, y es lo que me hace feliz.

conocerse mejor para tocar mejor
Yo soñando con ser un guitarrista de jazz

¿Quién puedes llegar a ser?

Insisto en esto de conocerse para tocar la guitarra por una sencilla razón.

Si partes del punto adecuado, los caminos que se abran ante ti serán los que te están destinados para que tu avance, tu desarrollo y tu mejora sean los que te vienen bien; los que van contigo y te hacen disfrutar.

Te pongo un ejemplo real de mi andadura. Cuando tenía veintitrés años más o menos, me instalé en una creencia que iba pavoneando por ahí cuando hablaba con la gente de mi entorno. Me decía, a mí mismo, y a los demás:

«Si, cuando cumpla veinticinco, no toco como los guitarristas de Cacophony, Jason Becker o Marty Friedman, ¡dejo la guitarra!»

Ahora me río. Efectivamente, nunca lo conseguí. Pero no he dejado la guitarra 😏

Por eso, cuanto más te conozcas más sabrás como exprimir tus facultades. Para no perder un tiempo precioso y que lo que hagas sea lo que realmente va contigo, y te reporte sensaciones placenteras.

Me parece tan interesante y motivador que, en mi caso, estoy comprobando que cuanto más conocimiento y control tengo de las herramientas necesarias para hacerlo, más me reconcilio con mis cagadas y más me valoro y me enfoco en mi propósito de vida.

Precisamente, dicho propósito lo he perfilado en el proceso de autoconocimiento. Tiene que ver con formarme para utilizar la guitarra y la música como vehículo para ayudar a mis alumnos a experimentar procesos similares.

Como ves, no es lo que pensaba hace unos años, pero está relacionado con mi pasión: la guitarra.

Y con mi identidad. Desde chico me ha llamado poderosamente la atención cómo están hechas las cosas, para saber cómo puedo yo construir las mías propias, a partir de mis ideas, y para mostrárselo a la gente que le interese cómo es el proceso.

Tus deseos son órdenes para ti…

Todos soñamos con ser o tener algo que nos haga más felices. Para mí, esto es ser feliz:

Vivir con sentido y un propósito claro. Encontrar la serenidad sintiéndote bien contigo mismo, porque sabes quién eres y qué puedes aportar al mundo tomando acción.

Aunque, primero, para conseguirlo (en la medida de lo posible), es impepinable desear profundamente aquello que te va a hacer más feliz, aceptar el reto y la responsabilidad que conlleva. Y, sobre todo, comprometerse con uno mismo para realizar las acciones necesarias.

Y, ahora que lo menciono, ¿qué pasa con el deseo de ser ese guitarrista que sueñas?

Tocar bien la guitarra es un deseo que implica bastantes cosas. Algunas divertidas y otras no tanto. Unas te exigen disciplina y concentración y otras son más distendidas. Pero lo cierto es que todos los que estamos en esto sabemos que tocar medianamente bien la guitarra nos demanda tiempo y esfuerzo. Ya no digamos para llegar a ser un virtuoso.

Es aquí donde empiezan las complicaciones. Muy habitualmente confundimos el acto de desar con «pedir un imposible». Es decir, creemos que no podemos soñar algo que, desde nuestra sesgada interpretación, está fuera de nuestras facultades y posibilidades. Sentimos que no nos lo merecemos.

Pero la cosa no funciona así. Desear es imprescindible para que se cumpla lo que nos proponemos. Y cuanto más ambicioso sea ese deseo mejor.

«Apunta a las estrellas si quieres llegar a la luna. Les Brown »

Si primero no sueñas y deseas profundamente eso que aspiras —con todo lujo de detalles— no habrá fuerza de la naturaleza que te anime a ponerte en marcha y te saque de tu estado actual (bueno sí; la pérdida, la enfermedad y la muerte. Pero creo que estamos de acuerdo en que es muchísimo mejor no llegar a estos extremos).

Desear, la verdad, es medianamente fácil (aunque hay personas que están tan bloqueadas, que incluso les cuesta dar forma a sus sueños. Se sienten mal por tan sólo atreverse a pedir en la «Carta de los Reyes Magos para adultos», algo que creen —o les han inducido a creer— que no merecen):

Si deseas tocar bien la guitarra, imagina lo más grande que puedas.

Me lo invento:

Imagínate tocando en directo, en una banda de rock, con tus amigos. Visualiza el entorno, los viajes, las personas que estás conociendo y los sitios que estás descubriendo. ¡Mira qué solo de guitarra espectacular te estás haciendo! ¡Fíjate en cómo la gente del público te vitorea!

Despierta. Aquí viene lo crucial.

Soñar es gratis. Ponerse manos a la obra para hacer realidad esos sueños no lo es.

El precio a pagar es el compromiso que estableces contigo, para tomar acción, y para hacerte responsable del resultado de las decisiones que vayas tomando en el camino que elijas.

Miedo a perder lo que ya has conseguido

Existe una etapa crítica en la que dejas de ser lo que eras y todavía nos has llegado a ser lo que puedes y deseas ser. Es un «interludio» inquietante pero clave para cumplir las metas adecuadas y alcanzar tu objetivo.

Pongámoslo en contexto.

Fulanito es un alumno apasionado con la guitarra que disfrutaba tocando con sus colegas en una banda de versiones. En un principio, su experiencia era satisfactoria: aportaba lo que sus compañeros y las circunstancias del grupo esperaban de él.

Pero, a partir de un momento determinado, los temas que se empezaron a proponer requerían ciertas habilidades técnicas y teóricas que no poseía. Es aquí cuando decide dar clases de guitarra en una academia de barrio.

Todo parecía correcto, pero pronto se dio cuenta de que el sistema de enseñanza y los conceptos que aprendía no le procuraban el avance que necesitaba para tocar los nuevos temas con su banda. Decidió complementar la academia de barrio con clases particulares. Es ahí cuando me conoció.

En una primera etapa, nos dedicamos a preparar el repertorio que tenía previsto tocar con su banda. La cosa funcionó porque nos enfocamos, de manera práctica, en los aspectos concretos en los que tenía que mejorar, mientras que en la academia aprendían con un método inglés a tocar temas conocidos basándose en tablaturas y archivos de audio.

En mis clases, si se presentaba algún escollo en un tema en especial, en vez de insistir en tocar exáctamente lo que había en el original —como hacía en la academia con las tablaturas—, diseñábamos un arreglo chulo que fuese con el tema y que él fuese capaz de tocar.

Poco a poco consiguió, con mi ayuda y su dedicación, montar el repertorio y defenderlo bastante bien en los directos que daba con su banda. Pero algo se movió en su, hasta ahora, «cotidiana» pasión por la guitarra…

Se dio perfecta cuenta de que la experiencia de aprendizaje de esos temas, desde el conocimiento y el enfoque apropiados, le reportaban mucho más disfrute y diversión que cuando simplemente los aprendía y tocaba sin entender nada de lo que pasaba.

Y es, llegado a este punto, cuando me propone estudiar más a fondo teoría, técnica y ritmo, independientemente de los temas que tuviera que tocar en la banda o en la academia de barrio.

Aquí es cuando aparece la primera complicación.

Miedo a abandonar la zona de confort. Rechazo a la incomodidad de estudiar conceptos aparentemente abstractos, que pierden la partida contra los resultados rápidos que te proporciona tocar un tema de memoria, que te has aprendido con una tablatura.

Aun así, con cierta pereza, Fulanito da sus primeros pasos con la teoría, la técnica y el ritmo, mientras empieza a experimentar ese desdoblamiento que te he comentado: ya no es posible volver a ser el que era, pero tampoco es todavía el nuevo. Ya no es capaz de tocar como solía: las nuevas técnicas y el trabajo con el ritmo le hacen sentirse más torpe que antes.

Eso frustra. Bastante.

Lo fantástico de todo esto es que, lo que ha deseado en su plena expresión ya no es posible que lo olvide. Podrá taparlo o enterrarlo momentáneamente. Pero seguiría ahí, esperando y llamándole día a día, cada vez que toque la guitarra o la vea guardadita en su funda, o cuando charle de guitarreo con sus amigos.

Entonces es, a partir de aquí, en este punto de madurez, cuando entiende y aprecia que debe dejarse llevar y hacer caso a su intuición. Si se empeña y no se enreda en pensamientos circulares negativos, es sólo una cuestión de tiempo que llegue a alcanzar sus objetivos.

Sabe que no importa lo que tarde si fluye con el conocimiento que adquiere y que, ahora sí, es capaz de poner en práctica de manera consciente. Incluso aunque lo que toque en su banda sean cosas que tenga que aprender de memoria no le representa un problema.

Porque ya el objetivo es otro: ya no es tocarse unos temitas más o menos conocidos. Ahora es libre para elegir los temas que quiere aprender a tocar, y los selecciona desde la coherencia que le proporciona entender las cosas y no tener prisa por ser el mejor guitarrista que haya soñado…

¿Seguro que no tiene prisa?

Obsesión por ver resultados

No te digo nada que no sepas: vivimos en los tiempos de la inmediatez, de la prisa. Todo lo que no consiga ya, no me merece la pena. Sobre todo si representa un esfuerzo y me saca del «calentillo».

El lado oscuro de desear es vivir para y por el deseo. Esto es venenoso.

Una cosa es diseñar con todo detalle tus objetivos y querer conseguirlos, y otra muy distinta es que cualquier cosa valga para alcanzarlos. Es lo que comúnmente se denomina apego al resultado.

Si una de las metas que te has marcado para hacer realidad tu sueño es, por ejemplo, mejorar el ritmo, no puedes permitir que ese deseo tome posesión de tus pensamientos y de tus actos. Si te obsesionas con conseguirlo en vez de centrarte en el proceso y disfrutarlo, muy probablemente no lo consigas y acabes formándote una opinión negativa de lo que eres.

En el ejemplo que te he puesto, es posible que te pases con los ejercicios de ritmo en detrimento del resto de las actividades necesarias para avanzar con la guitarra, y te agobies. O, peor aun, es muy probable que empieces a creer que no vales y dejes de intentarlo.

En cualquiera de los casos te estás haciendo daño, y esto no ayuda a que consigas los resultados esperados. La medida de esfuerzo adecuada para ejecutar algo es aquella que te proporciona el avance idóneo y la diversión necesaria para motivarte a repetir.

Las obsesiones no son divertidas. Cuando se cae en este tipo de dinámicas lo que se consigue es sufrimiento. Sin embargo, es posible evitarlo. Es difícil, pero se puede. Créeme.

Lo importante —lo que tiene valor real— no son los resultados, sino el compromiso que adquieres contigo mismo de aprender, tocar y disfrutar. Si conectas con ese compromiso tienes la diversión asegurada para el resto de tu vida.

Existen una serie de herramientas y técnicas para ayudarnos a superar estos baches y que nos proporcionan una satisfacción que no se encuentra con otras formas de estudio y práctica.

No voy a enfrascarme ahora en ellas porque el artículo ya va cargadito de texto. 😅 Las iré exponiendo en capítulos posteriores (contando con que este artículo haya sido de interés para la gente que me sigue). Pero sí te voy a hablar de una que me ha dado buenos resultados y grandes momentos.

Es una herramienta fantástica, una preciosa manera, muy eficiente e inspiradora, de empezar a experimentar de qué va todo esto. En clase, en broma, la llamo «el efecto baba». Si la usas bien, llega un momento que se te va el santo al cielo y, literalmente, una baba que caiga sobre tu guitarra te sacará del trance con su sonido al golpear en ella.

Sí, tú ríete, pero es muy potente la cosa… Se trata de meditar tocando.

conocerse para tocar mejor la guitarra

Tocar puede ser como meditar

Tocar un instrumento, si se hace conscientemente y de una determinada manera, es una forma fantástica de meditación. Te enfoca en la acción y te desconecta del círculo vicioso de los problemas de la vida cotidiana.

Al tocar es fácil sentir los beneficios de evadirse, sobre todo si, además, te gusta el cacharreo y disfrutas con el universo de la guitarra. Pero, dependiendo de lo que busques, puede que no sea suficiente.

Sin embargo, en los instantes que pones consciencia en el modo de estudiar y de practicar es cuando de verdad conectas con algo más íntimo y profundo que te libera.

Se trata de que te centres —absolutamente— en los movimientos que estás ejecutando. Para ello memoriza muy bien lo que tienes que tocar. Visualízalo: tócalo en tu mente.

Después haz lo mismo pero mirando la parte del diapasón de tu guitarra donde vas a tocar lo que te has planteado. Cierra los ojos y empieza a tocar tal como lo visualizaste… A ver qué experimentas.

Como te he dicho, ya iré profundizando en estas estrategias, pero de momento te propongo que reflexiones sobre todo lo que te he expuesto en este artículo.

Si te han resonado estas palabras puedes profundizar en estos temas en mi otra web de guitarra y desarrollo personal.

Recuerda: es cuando pones consciencia en tus actos cuando realmente aflora tu potencial. Es entonces cuando de verdad uno empieza a conocerse para tocar mejor la guitarra. Eso he sentido y experimentado yo muchas veces, y es la razón por la que estoy metido en lecturas y material de estudio sobre estos temas.

La guitarra, para mí, ya no es el objetivo, es el camino.

Espero que estas palabras te inspiren y te saquen de la comodidad de elucubrar con lo que deseas pero no hacer lo correcto para alcanzarlo…

Abrazotes 🙏🏻

clases de guitarra online
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para poder ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a esta web o para comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.

Puedes revisar la política de privacidad.